miércoles, noviembre 29, 2006

Capítulo 8: Pilar fundamental

-Hola.
-Hola, ¿quién habla?

Conversación a través de un teléfono.

-No, no; conocí a alguien.
-Dimos un paseo.
-Sí, sí, lo sé.
-Muy temprano. Las cinco de la mañana.

Esteban toma el reloj despertador entre sus manos, apoyando el auricular contra el hombro. Su postura encorvada y somnolienta, junto a la tenue luminocidad, arman un cuadro lleno de formas vivas, pero estáticas. El reloj en la mano; el segundero que amenaza la estabilidad de la flecha del tiempo. La habitación está completamente helada. Ausencia de temperatura. Océan plat. El teléfono es un instrumento de paso, una consecuencia lógica; no está ahí por mero asunto de... Como un embudo, una dilatación en cada palabra y oscilación diafragmática. Ausencia de luz. Señales electromagnéticas. Viajes.

["Coordenadas"]

Darío está sentado frente a su escritorio (tapizado de libros y papeles llenos de anotaciones). A su izquierda hay un té humeante. Sostiene el teléfono.

-¿Estás con alguien?
-Sí, lo siento. Mira, te llamé porque soñé algo contigo.
-Exactamente.
-Está aquí, sé que está aquí.
-Sé que no crees en aquellos cuentos, lo sé, pero...
-No, pero te digo que es idéntico, los pilares, los...
-Pues claro, las cosas no suceden como si simplemente sucedieran.
-Aquí está, comillas: las columnas cayeron, la luz inundó todos los rincones, se hizo presente el habitante verdadero.
-Estabas allí, junto a él.
-Sólo mantén la precaución. Estos sueños tienen más de incomprensible que cualquier otra cosa, pero siempre dicen algo; son días extraños.

"Ninguna palabra mecía las frases", dicen las pequeñas letras - en rojo - sobre la serigrafía, a un lado, en la pared. Darío cuelga el teléfono, ordena pacientemente sus papeles, extiende sobre el escritorio un enorme archivador que coge del suelo: dibujos de criaturas fantásticas, ciudades olvidadas, mapas. Amanece. Sostiene la cabeza entre sus manos. De un sobresalto se incorpora mirando a ambos lados, como si buscase algo, alguien; recorre la habitación.

No hay más que esto, que es como encontrarse en la situación de hacer próximas las palabras. Aquí no hay nadie. Pareciera que el tiempo no avanza en estas situaciones. Recorro el compendio en busca de algo que pretendo encontrar en mi propia habitación. Pareciera que no avanza. ¡Cuánto! ¡diez años! No hay más que esto, y una llamada luego de un sueño. Lo iré a ver más tarde. Aquí no hay nadie.

Darío salió de la habitación para entrar en otra, se extendió sobre el sillón de cuero.



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No había costumbres entre los dientes. Aprender a hablar. Aprehenderse de las situaciones. Construir a partir de la emotividad.

Yo no sirvo para ejecutar órdenes simples, sólo órdenes complejas, órdenes fuera de orden.

Pega. Pega. Machaca. Cuenta hasta tres.
Nada a la inversa.
Monitorea el sistema.
Ríndete al canto femenino.
Adora las constelaciones.
Da la espalda tan sólo una vez.
Construye abecedarios.
Ama a tu mujer.
Engulle pretenciones.
Doblega tu alma.
Cuenta hasta cuatro. Pega. Pega. Machaca.


El tiempo le contaba cosas maravillosas: la cara mustia, el algodón de azúcar.


Una ciudad. Flotación sobre esta ciudad que no es otra cosa que aquello que quieren que sea. Creer en el lenguaje como en los pies. Calles, el mar. Autenticidad. Estar aquí, mirándote a través de una pared de cristal. Observación continua y palabras como voces, como tejido nexular, como sentido coherente. Soy otro. En este lugar no hay más que contenido explícito. Cuenta hasta cuatro. Ejecutar órdenes.

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Darío conduce un viejo Toyota azul; toma el troncal sur. En el asiento de copiloto lleva una pila de cuadernos, enciende la radio y hojea uno de ellos, lee en voz baja: "correspondía a un hecho absolutamente natural, aquella forma de abstracción dio paso a la explicación de los arquetipos; si quisiéramos desprendernos de esta idea, bastaría con pretender describir una entidad que al mismo definida como una no-entidad, habitante de un no-lugar; es posible generar una axiomática que dé sentido a estas aparentes contradicciones." Darío toma otra ruta, deja el cuaderno a un lado.

"Habitar"

[Habitar] Reflexión. De lugar en lugar, persona a persona.

En un semáforo, Darío detuvo el Toyota y anotó al margen de uno de los cuadernos: "Esto insinua que el sueño -liberador de consecuencias- es hábitat de aquello". Viña, a un costado del estero Marga-Marga.